miércoles, 23 de abril de 2008

Informar, formar, reformar

Tuve esta semana el placer de asistir a un encuentro en Guadalajara entre representantes de estudiantes y algunos rectores de universidades españolas. La jornada se dividía en tres grandes bloques, en los cuales participaban dos rectores y dos alumnos y había largos turnos de intervención del resto de asistentes. Todo giraba en torno al espacio Europeo de Educación Superior (EEES), algo que como sabéis es ya una realidad (el próximo curso la UDC ya va a impartir dos carreras plenamente adaptadas), pero que aún está a debate y está desarrollándose.

No voy a entrar en grandes detalles del Proceso de Bolonia, pero sí algunas reflexiones sobre sus consecuencias, o flecos que aún no están definidos y deberían estarlo.

Uno de los aspectos que nos va a traer es que van a primar el trabajo del alumno, potenciando la evaluación continua. Este es un método más justo, y no nos jugamos todo a un solo examen. Sin embargo, la asistencia obligatoria perjudicará a los que tengan que compaginar estudios y trabajo. El aumento de las prácticas y esa evaluación continua hará que mucha gente tenga que pasar todo el día en la facultad, y no todos pueden costearse el comer allí o gastar tanto en trasporte. Deben aumentar las ayudas. Además, hay que darse cuenta que al estudiar tanto y no trabajar, estamos dejando de ingresar un dinero que necesitaremos. ¿Nadie se da cuenta de lo que han subido los alquileres? Los jóvenes lo sabemos bien, y perjudican a los que tienen que irse fuera a estudiar.

Otro de los aspectos es que hasta ahora las licenciaturas pasarán a ser de 4 años (3+1), los mismos que las diplomaturas o carreras técnicas. Por lo tanto, ¿van a valer lo mismo? ¿Un ingeniero superior va a ser valorado igual que uno técnico? ¿Voy a tener que hacer un máster?

Sin embargo, que se modernicen los planes de estudios nos librará de muchas asignaturas que están poco relacionadas con nuestra carrera y están mal planteadas, y como dijo el Rector Berzosa: ‘Más vale que un alumno tenga más tiempo libre y se lea una novela que aprenda estupideces en clase’. Creo que ilustra bastante bien nuestras ideas.

Otra cosa que debemos de destacar es la financiación: está bien recibir de las empresas una financiación ‘extra’, pero no podemos dejar que sean ellos los que tengan influencia por esas donaciones. La educación es ante todo pública, y debe ser financiada por las administraciones. Pero no por la subida de tasas (como hemos denunciado) sino por unas políticas educativas que nos aporten más recursos, a pesar de la desaceleración económica.

Las universidades deben hacer una política de becas propias, porque son ellos los que mejor conocen las necesidades de sus alumnos. Las becas son una medida social, y tienen que crecer, tenemos que acercarnos más a la media europea y deben reducirse los requisitos académicos. Se calcula que alrededor del 35% de los estudiantes abandonan sus estudios antes de acabarlos… ¿estamos derrochando recursos o es que faltan? A muchos de ellos, si les preguntásemos, nos dirían que les falta (el 20% de los universitarios trabajan y estudian a la vez, por algo será).

La adaptación a este proceso va a depender de cada universidad, y en mucha medida de cada facultad. Los alumnos tenemos que formar parte de este proceso de forma activa, al fin y al cabo es un proceso para nosotros y nuestro futuro laboral, y no hay que dejar que los planes corporativos de los profesores minen nuestras aspiraciones. Trabajemos y hagamos de esta oportunidad algo con lo que modernizar nuestro sistema universitario.


Pablo Otero
SºEducación

1 comentario:

Alonso81 dijo...

Yo tambien pienso que hay mejorar los Ciclos Superiores y Medios, creo que necesitan más ayudas, mejores prácticas en empresas(que como se les da subvencion, cogen a cualquiera para luego no darle oportunidades, para coger esa subvencion)...
Y si, depende de nosotros que eso mejore, exigiendo mejoras, con ideas firmes y claras...